El Sevilla vuelve a campeonar en Europa

El Sevilla de Lopetegui conquista la Europa League en un partidazo contra el Inter (3-2)
Los andaluces remontan un tanto inicial de Lukaku con dos goles de De Jong, y después deshacen el empate de Godín con una chilena prodigiosa de Diego Carlos tras un partido vibrante y muy igualado

El Sevilla de Julen Lopetegui rescató definitivamente este viernes el orgullo del fútbol español en este desastroso mes de Champions: los andaluces se llevaron con épica y justicia su sexta Europa League ante un formidable Inter de Milán, que fue diluyéndose poco a poco ante el empuje rival, valiente en su propuesta ofensiva, un bloque que se ha demostrado compacto y evolutivo durante toda la temporada.

Para quien tuviera la suerte de no ser aficionado del Sevilla ni del Inter, la final sin público de Colonia este viernes fue un auténtico disfrute: el preciso y valiente Sevilla de Lopetegui frente a uno de los mejores equipos de Europa, con varias figuras pretendidas por el Barcelona y el Real Madrid. La primera parte, que concluyó 2-2, fue de los mejores 45 minutos que pueden recordarse en finales europeas recientes.

Los suplentes del Sevilla y el entrenador italiano, Conte, se encargaron de animar un partido fantasmal en las gradas y muy caliente sobre el césped. Lukaku demostró al tercer minuto de partido su condición de 'crack' mundial sacando los colores a Diego Carlos y volvió a encontrarse el equipo andaluz con un penalti inicial por tercera vez consecutiva en esta fase final. 1-0 y el riesgo de que los sevillistas sufrieran una crisis de identidad.

Nada más lejano de lo que ocurrió en realidad. El Sevilla adelantó lineas, tomó posesión del esférico y encontró muy pronto el empate en la conexión Navas-De Jong, el hombre del momento, gracias a un cabezazo en plancha. Un cuarto de hora el holandés marcó el segundo de otro cabezazo precocinado por un centro espléndido de Banega al segundo palo. El partido era frenético. Diego Godín empató dos minutos de nuevo, otra vez con la cabeza. El pentacampeón de Europa y el legendario Inter ofrecían un gran partido, sólo oscurecido por las numerosas faltas de los italianos.

El partido transcurrió de forma más previsible en la segunda parte, a medida que aumentaba la tensión nerviosa en el campo y los escasos asientos poblados, cuyos ocupantes aprovechaban el eco del estadio para dar banda sonora al partido. El Sevilla había logrado equilibrar el juego ya antes del descanso y no volvió a verse sometido por la presunta superioridad técnica rival en ningún momento. Bono salvó una vez al equipo en toda la segunda parte, a pies, cómo no, de Lukaku. (Lautaro Martínez apenas compareció en el partido, muy bien defendido).

Esencial en el control del juego fue la aportación de Éver Banega, al límite de su resistencia en el que era su último partido en el Sevilla. Un centro del argentino en el minuto 74 terminó en una chilena asombrosa de Diego Carlos, el central que había cometido el penalti en los comienzos del partido. El balón entró junto al poste derecho tras tocar, precisamente, en Lukaku. Todo el mundo se puso loco menos Julen Lopetegui, hombre versado en expectativas frustradas. Quedaba un cuarto de hora para un equipo millonario que llevaba nueve años sin pisar una final europea, con futbolistas como Eriksen o Alexis Sánchez en el banquillo.

El Sevilla se agarró al partido con instinto de supervivencia: había ganado las cinco finales que había jugado y no estaba dispuesto a quebrar racha. Conte perdía energía en la banda y había dejado de protestar. Los minutos se sucedieron entre calambres, pero sin graves angustias defensivas. Ni Lukaku, ni Eriksen, ni Alexis... Los italianos nunca recuperaron el control del juego. Este trofeo empieza a pedir un subtítulo. Seis veces ha llegado el Sevilla a semifinales. Seis veces ha ganado la Copa. El fútbol español salva la honrilla en la era del coronavirus.

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