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El deporte retro triunfa en la crisis del coronavirus

Pedro Delgado, Petrovic o Arkonada han sido trending topic en los últimos días. En plena pandemia, las grandes estrellas del pasado han sorteado la lógica avalancha de contenidos sobre el coronavirus para colarse en las casas y sentar en el sofá a adultos nostálgicos y jóvenes con ánimo descubridor. Las emisiones retro surgieron como un recurso desesperado de los canales deportivos para llenar unas parrillas que se habían quedado tristemente vacías, pero se han convertido en un inesperado éxito: buenas audiencias y gran repercusión en redes sociales, donde la gente comenta una canasta de Epi o un gol de Romario como si fuese en directo. De repente, España vuelve a gritar "¡Perico, Perico, Perico!" a la hora de la siesta.

"Es como volver a ganar", se ríe el ciclista segoviano, que en cosa de una semana ha vencido en Luz Ardiden, se ha vestido de amarillo en Alpe d'Huez, ha hecho desfallecer a Roche en La Plagne y le ha levantado una Vuelta a Robert MIllar en, dónde mejor, Destilerías Dyc. "Ni siquiera yo había podido ver estas etapas, así que las disfruto como un enano. No había internet y, hasta ahora, han sido clandestinas: o las viste en directo o sólo has oído historias. Los chavales alucinan con lo diferente que era nuestro ciclismo, sin pinganillos y con unas bicis con las que ahora no me atrevería a bajar ni un puerto de tercera", razona Delgado sobre un fenómeno que, como todos, admite una explicación psicológica.

La ofrece Marian Rojas-Estapé, psiquiatra y autora de Cómo hacer que te pasen cosas buenas, un fenómeno editorial que ha vendido ya 200.000 ejemplares. "Para muchas personas el deporte es su vía de escape y una motivación casi diaria. La inminencia de un acontecimiento deportivo que nos interesa hace que el sistema de recompensas del cerebro se ponga en marcha al anticipar un disfrute. De golpe, a toda esa gente le han quitado algo que es, entre comillas, una droga: lo que le ilusiona, le hace reír o llorar y le permite desconectar de sus problemas. Y, ahora más que nunca, necesita su dosis, aunque sea en diferido".

"LO DE AYER NOS HACE FELICES HOY"
Pero es ese diferido lo que parece atentar contra la esencia misma del deporte. Si ya sé cómo acaba, ¿para qué lo veo? Antoni Daimiel lleva 25 años siendo la voz de la NBA en España y ahora se encuentra en la tele hablando de nuevo sobre Jordan en vez de sobre LeBron. Él da una explicación de gourmet: "Pensábamos que esta sociedad, con un exceso de opciones de ocio, había convertido el deporte en algo sólo para ver en directo. Ahora descubrimos que, como una película o un disco, el deporte admite revisión. Sirve para hacer justicia con deportistas que no tenemos muy categorizados o de los que tenemos una imagen creada de adolescentes, que es una edad en la que idealizamos o despreciamos por factores más emocionales que deportivos. Ahora les hacemos un juicio más ponderado. Con esto aprendemos".

Cierto, pero eso no explica que el otro día gritase en el salón el gol de Godín que le dio la Liga al Atleti hace seis años. ¿Estoy loco, doctora? "No especialmente. Sabemos que el recuerdo de un acontecimiento activa las mismas sustancias en tu cerebro que cuando las vivimos en directo, sea tu boda o un partido. El poder del recuerdo es enorme. Yo veo el gol de Iniesta contra Holanda y, aunque sé que el balón va dentro y que España gana, me vuelvo a alegrar. Un partido de ayer nos hace felices hoy, por eso los estamos viendo", me apacigua Rojas-Estapé.

El deporte, como los discos y los libros, admite revisiones.

ANTONI DAIMIEL
El caso es que todo ese material estaba ahí y nadie le hacía caso. Bueno, casi nadie. Paco Grande es un clásico de RTVE y ha dedicado los últimos ocho años a poner orden en el infinito archivo de la tele pública, la única que puede ir más allá de la nostalgia ochentera y noventera y lucir un gol de Amancio o de Gárate. Ahora se demuestra que él tenía razón. "Me decían que esto era caspa y, sin embargo, siempre que sacamos material antiguo, la gente se engancha. Y tiene una explicación especialmente aplicable en este momento tan delicado: une generaciones. Abuelos, padres e hijos se sientan a verlo, a explicarle los mayores a los jóvenes lo bueno que era Sabonis o dónde estaban cuando marcó Maceda a Alemania. Nos une en una situación en que lo necesitamos", explica.

"NO ERES EL ÚNICO QUE SUFRE"
Nuestra psiquiatra de cabecera ratifica la importancia de esa experiencia colectiva cuando los ciudadanos empiezan a necesitar algo que les aleje un rato de la dura realidad: "Las pantallas son el gran mecanismo de evasión de nuestra cultura y el cerebro se ha acostumbrado a que, ante la frustración o el aburrimiento, recurrimos al móvil, la tele o el ordenador. Pero ahora, en vez de distracción, te ofrecen un 95% de noticias sobre un mismo tema, un tema triste. Estas retransmisiones deportivas te permiten desconectar y, además, en redes sociales la gente las está comentando y te da sensación de comunidad. Tenemos miedo y una de las maneras de gestionarlo es sentir que no eres el único que está sufriendo. Encontrar un grupo que está viendo lo mismo que tú, mitiga ese miedo".

Es cierto, durante un rato el único temor es que Delgado vuelva a llegar tarde al prólogo de Luxemburgo o le dé una pájara. Pasará, pero da lo mismo y él lo sabe: "Con esto, para toda una generación dejo de ser un comentarista de la tele y vuelvo a ser un ciclista. Y aunque se pierde la magia de no saber cómo acaba, se añade el romanticismo de un deporte menos profesionalizado, más bello, más épico... Ahora todos necesitamos algo que nos emocione un rato al día y esto lo logra". Tal cual. ¡Perico, Perico, Perico!

Noticia vía El Mundo

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