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Portsmouth FC, un amor para toda la vida

La crisis financiera del Portsmouth no ha mermado la persistencia y la fidelidad de sus fans. Hablamos de ello con aficionados y con Jordan Cross, periodista local.

Se la conoce popularmente como ‘Pompey’ y fue levantada sobre la Isla de Portsea, en el sur de Inglaterra. La ciudad de Portsmouth vio nacer a Charles Dickens (1812), fue el lugar de residencia de Arthur Conan Doyle (1882) y hogar de la Marina Real británica durante más de 800 años.

Allí pueden visitarse el HMS Victory, buque naval del almirante Nelson que derrotó a Napoleón (1805), y un importante monumento dedicado al Desembarco de Normandía (1944).

Impresionante, ¿verdad? Pero vayamos a lo importante. Si por algo la ciudad es realmente conocida en la actualidad, no es por otra cosa que por su carismático club de fútbol, el Portsmouth Football Club (1898).

Por muerto que pueda parecer, el ‘Pompey’, campeón de liga en 1949 y 1950, es historia viva del fútbol inglés. Y tan viva… Cada 15 días, más de 20.000 fanáticos siguen llenando el atronador estadio de Fratton Park a pesar de la crisis económica que en los últimos años ha llevado al equipo hasta la League Two (2013), hoy en la League One.

En Panenka hemos podido conversar con dos fieles supporters de la ‘Blue Army’ durante los últimos 22 años; los hermanos Mark y Paul Somerset, además de Jordan Cross, periodista que escribe sobre la actualidad del club en el Portsmouth News. Nos hablan del carácter de los aficionados, de la situación actual de la entidad y de la nostalgia que les produce el recuerdo de aquel gran equipo de 2008, campeón de la FA Cup de la mano de grandes jugadores como Sol Campbell, Glen Johnson, Lass Diarra o Nwankwo Kanu.

“El club de fútbol es el corazón de la ciudad, representa una parte muy importante de la identidad de Portsmouth. Los fans jamás se hubieran imaginado que su equipo iba a ganar la FA Cup en Wembley, ¡se pellizcaban para ver que el sueño era realidad! A diferencia de otros países, la Copa todavía tiene prestigio en Inglaterra”

“El equipo de 2008 fue el mejor que he visto en mi vida. Tenía una gran solidez defensiva, complementada por el ritmo de Utaka y el instinto de Kanu, ¡era imposible quitarle el balón a Kanu!”, dice Mark, el mayor de los Somerset.

Entiendo sus palabras cuando recuerdo que aquel equipo fue capaz de ganar en Old Trafford, eliminando en cuartos de final de la FA Cup al Manchester United de Alex Ferguson y Cristiano Ronaldo, precisamente el mismo año en el que los ‘Red devils’ fueron campeones de Europa. Poca broma. “Con Muntari y Lass Diarra teníamos un mediocampo digno de los cuatro mejores de Inglaterra.

Diarra se movía con el balón como ningún otro centrocampista que haya vestido la camiseta del Portsmouth”, recuerda Paul, el hermano pequeño. Igual que ocurrió con el Leicester en 2016, hay extrañas ocasiones en las que la suerte del fútbol se apodera de los más humildes, haciendo coincidir a grandes jugadores en un mismo equipo y en un mismo año.

El resultado de ello fue la conquista de la copa inglesa. La ciudad entera enloqueció. Además de los 25.000 aficionados que viajaron a Wembley para presenciar la final frente al Cardiff City, más de 60.000, tres veces el número esperado, acudieron al Southsea Common, una enorme pradera cercana al mar, para ver el partido en una pantalla gigante.

Resulta emocionante imaginar aquella muchedumbre cantando a pleno pulmón el clásico “Play up Pompey, Pompey play up”, el cántico más famoso del club, durante las celebraciones de la FA Cup de aquel año 2008, la segunda en la historia del club tras la conseguida en 1939. Piel de gallina.

Aquel éxito se vio compensado con la disputa de la Europa League en la temporada siguiente, teniendo el lujo de poder competir contra un coloso como el AC Milan de un Ronaldinho que, además de marcar un golazo de libre directo, quedó maravillado de Fratton Park.

“Dijo que era el mejor ambiente del mundo en el que había jugado”, nos recuerda Mark. Hasta Ronaldinho parecía sumarse a la fiesta del modesto Portsmouth, un club históricamente acostumbrado a sufrir.

En los pubs más famosos de la ciudad con sello ‘blue’, el Milton Arms, el Shepherd’s Crook y el Rutland, entre pinta y pinta, no se respiraba otra cosa que no fuera euforia. La misma que, poco tiempo después, se convertiría en la más profunda de las tristezas.

Lamentablemente, el éxito es efímero en el mundo del fútbol, un estado donde es prácticamente imposible instalarse de manera permanente, más aún para un club de la dimensión del Portsmouth.

Es cierto que la fidelidad de los aficionados puede lidiar con mil derrotas pero, cuando el problema es el dinero, duele más. Y mucho. La deuda financiera acabó relegando al club hasta la League Two, la cuarta división inglesa, precisamente cuando en lo deportivo estaba funcionando de maravilla. Del cielo al infierno en tan solo tres años.

Una pesadilla. Sin embargo, de todos los males que han llevado al ‘Pompey’ hasta los rincones más oscuros del fútbol local de Inglaterra, reluce un efecto maravilloso por parte de su devota hinchada. Esto ya no va de fútbol, va de sentimientos. Y de cartera…

“Los fans del Portsmouth son respetados en Inglaterra y en todo el mundo. Fueron ellos los que salvaron al club, recaudando cuatro millones de libras por tal de no dejarlo morir”

“El club significa el mundo para muchos fans del Portsmouth. Se demostró cuando miles de ellos pagaron 1.000 libras por acciones para salvar al club de la bancarrota”, cuenta Mark. “Los fans del Pompey son apasionados, leales, y realmente se preocupan por el equipo.

La prueba es la alta asistencia al estadio a pesar de haber pasado de la Premier League a la League Two”, añade Paul. Sus socios, además, pueden presumir de la campaña de crowdfunding más exitosa del fútbol inglés (2014), destinada a su academia formativa.

Una prueba más del enorme peso de los aficionados en la historia reciente del club, de la cual se puede aseverar algo incuestionable: el Portsmouth es un claro ejemplo de que, a menudo, el fútbol deja de importar para transformarse en algo mucho más grande.

En el mismo escenario donde se cantan los goles, surge una decisión global por parte de los aficionados que, con su propio patrimonio, salvan al club de sus apuros. Esta es su gran victoria. Ya nada podrá hacer desaparecer al ‘Pompey’, un equipo sostenido por el apoyo y el amor predilecto de Mark, Paul y 20.000 almas más.

Juegue en la división que juegue, el Portsmouth podrá contar siempre con su estadio lleno a rebosar, una realidad inherente a la cultura del club. “El ruido del estadio se puede escuchar a más de una milla de distancia y hasta puede poner los pelos de punta”, desvela Mark.

Fratton Park es, de alguna manera, una especie en peligro de extinción, un lugar donde se sobrevive al capitalismo y a la cruda modernidad del fútbol actual. Tal y como nos cuentan los hermanos Somerset, su feudo encarna a la perfección el espíritu del fútbol tradicional inglés.

Mark destaca que “Fratton es de los pocos estadios tradicionales que quedan. Los fans están muy cerca del campo, lo que ayuda a generar un gran ambiente”, mientras que Paul, en modo rebelde, señala: “la clase media de Fratton Park se siente voluntariamente alejada del fútbol moderno, del glamour y de los futbolistas millonarios. Puede evocar la nostalgia del fútbol inglés; los focos, la pasión, el fútbol de guerreros…”.

“La Premier League es ahora un sueño imposible”, reconoce Mark. Respecto a los próximos retos del club, Paul cree que “se debe apuntar a la disputa del play-off como principal objetivo. Los fans solo esperan que vuelva la estabilidad económica y que se apueste por los jugadores jóvenes”.

Ojalá se cumplan los deseos del Portsmouth, por el bien de los hermanos Somerset y por el bien del fútbol, un deporte cada vez más falto de pasión en favor del capitalismo de las marcas. La misma pasión que vive en la autenticidad del ‘Pompey’, una de las joyas del fútbol inglés.

Nos cuenta Jordan Cross que, en la ciudad, existen dos lugares especialmente significativos para la historia del Portsmouth. El primero se encuentra en 12 High Street, en el histórico barrio de Old Portsmouth, donde se celebró la reunión de la que salió el nacimiento del club.

El segundo es el pub Lady Hamilton, donde en 2009 se certificó el rescate económico por parte de sus aficionados. Sin duda, ambos son imprescindibles para su existencia. Aunque yo añadiría un tercero. Este no tiene nombre ni lugar. Sin embargo, está presente en cada uno de los miembros de la ‘Blue Army’. No es otro que el sentimiento eterno por el Portsmouth Football Club.

LLUÍS INAREJOS de Panenka

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