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El Gobierno autoriza a los clubes profesionales a hacer miles de test para la vuelta

El fútbol español cuenta los días para poder salir de su hibernación y retomar la actividad. Un despertar, también el del balón, cargado de incertidumbres. Más dudas maneja incluso que otras áreas empresariales, porque en lo suyo el teletrabajo no es una opción. En los deportes de equipo el contacto físico será inevitable; en un córner no habrá distancia de seguridad posible.

Si la gestión de las salidas infantiles ha supuesto una nueva crisis para el Gobierno, el arranque del fútbol también promete generar debate. Para empezar, porque su apertura requiere de miles test del coronavirus, uno de los objetos más preciados en estos momentos en la sociedad. Su escasez ha sido clave en la explosión del virus y en las especialmente malas cifras de la crisis en España. Y su disponibilidad futura resulta indispensable para iniciar la desescalada general.

«Sin pruebas, no se regresará», aseguran a EL MUNDO desde el cuerpo técnico de un equipo de la zona alta de la tabla. Bajo esta premisa, la del control férreo de todos los protagonistas del fútbol, desde los jugadores hasta los utilleros, LaLiga está preparada para suministrar miles de test a todos los clubes de Primera y Segunda. Sólo así se podrá cumplir el exigente protocolo que la propia patronal ha redactado como cuaderno de bitácora del nuevo tiempo que esperan llegue lo antes posible. ¿Cuándo? Tanto LaLiga como el Consejo Superior de Deportes (CSD) asumen que los plazos siguen en el aire.

Sospechan que pensar en un comienzo antes de mediados de mayo es atrevido. Por tanto, hasta la segunda quincena del próximo mes no arrancarían los entrenamientos (primero individuales, después en grupo), retrasando los partidos hasta junio. Siempre hablando de un escenario optimista, con la curva de contagios a la baja (sin nuevos picos) y confiando en que el calor suavice la pandemia.

CONTROLES DIARIOS
Todo se desarrollará bajo el marco del meticuloso protocolo de LaLiga, que todavía está pendiente de recibir la autorización definitiva del Ministerio de Sanidad. Será el Gobierno quien levante el pulgar al documento y, por consiguiente, a la entrega de miles de test de detección a los clubes. Un laboratorio de reconocido prestigio, según garantiza LaLiga, se encargará de someter a controles -en algunos momentos, incluso diarios- a todas las plantillas, sus cuerpos técnicos y el personal mínimo autorizado que marca la rigurosa pauta de actuación.

Unas pruebas que los servicios médicos de los equipos aún desconocen de qué tipo serán (rápidos, serológicos, PCR...). No es su única incógnita. Otra fundamental, y para la que aún buscan respuesta, es qué pasaría en el caso de descubrir un contagio con la competición reanudada. «Hay que desdramatizar un poco», pidió ayer en Marca, Irene Lozano, la secretaria de Estado para el Deporte, ante la posibilidad de que un positivo bloquease al conjunto implicado y probablemente también a sus últimos rivales. Su voluntarismo, así como el de LaLiga y la Federación, choca con las formas del correoso virus, según apuntan desde los servicios médicos de varios de clubes consultados.

¿Y SI HAY UN CONTAGIO?
El foco de infección que provocó el Alavés-Valencia, del pasado 6 de marzo, es el ejemplo de la fácil propagación de la enfermedad durante un partido. Los galenos de los clubes, en las conversaciones cruzadas que mantienen en los últimos días, coinciden siempre en algo: un contagio parece imposible de evitar, por muchas prevenciones que el campeonato imponga. Entre ellas, el encierro de los futbolistas en sus domicilios junto a sus familias -en la fase inicial-, y después, la concentración en hoteles o en las ciudades deportivas del equipo al completo.

Mientras que algunos de los grandes clubes se han abastecido por su cuenta de test, para garantizar la seguridad de sus empleados, la inmensa mayoría espera recibirlos de LaLiga. Tal disposición de pruebas para el fútbol chocará con los problemas que sectores críticos, como los sanitarios o los farmacéuticos, siguen teniendo para conseguirlas.

«Tendremos que ser extremadamente pedagógicos», reconocen desde el CSD ante el dilema ético que se planteará. Esperan desde las alturas de nuestro deporte que en pocas semanas el escenario cambie, al aumentar el número de test disponibles para la sociedad, y que en ese momento no chirríe tanto como ahora el privilegio del fútbol. Los pactos del pasado fin de semana, entre LaLiga, el CSD y la Federación, son la prueba evidente del interés de Moncloa en que el fútbol se retome tanto por su enorme impacto económico como por el soplo de normalidad que supondría ver rodar el balón.

Noticia vía: El Mundo

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